Tener una ética, o una moral, es disponer de una serie de comportamientos programados para un conjunto de situaciones.
Cuando ocurre un acontecimiento o tengo que tomar una decisión, reacciono o me posiciono de una manera programada, según mi ética.
La ética, o la moral, vendrían a ser algo similar al carácter de una persona. Soy de esta manera y reacciono así, según mi carácter, o mi ética o mi moral.
La ética, la moral y el carácter son modulados por la naturaleza de las personas, por la sociedad, el grupo o los diferentes grupos a los que pertenecen esas personas, y también por decisión propia, esto se refiere al trabajo individual de construcción de la personalidad de cada individuo.
No hay diferencia entre ética y moral. Una palabra procede del griego, la ética, y la otra del latín, la moral, y ambas se pueden traducir y entender según el concepto costumbre.
La ética, la moral y el carácter son muy útiles para las personas y los grupos, pues suponen un gran ahorro energético a la hora de tomar decisiones. Sería inasumible tener que analizar cada situación o decisión a tomar, sopesando pros y contras. Disponer de una serie de reacciones pautadas y programadas nos permite respuestas rápidas a los acontecimientos, y a la toma de decisiones de acción.
El problema, por otro lado, surge cuando nos enfrentamos a situaciones nuevas y nos salimos de lo cotidiano. Entonces la ética, la moral o el carácter no sirven, e incluso es posible que nos pudieran poner en riesgo nuestra propia supervivencia.
¿Cómo podemos superar situaciones nuevas para las que nuestras pautas de comportamiento anteriores no nos valen?
Entonces tenemos que hacer un esfuerzo energético para no actuar simplemente de manera mecánica, posiblemente en contra de nuestra ética, moral, carácter, costumbre, e incluso en contra de nuestras virtudes.
La virtud es la capacidad de actuar de manera eficiente con poco esfuerzo. Un virtuoso de la música es capaz de interpretar obras difíciles de manera fácil. Un virtuoso del tenis es capaz de jugar al tenis sin pensar. Lo hace y lo hace bien. Pero lo que es bueno en unas circunstancias deja de serlo si estas cambian. El virtuoso de la guitarra quizá deja de serlo si le dan un violín. O el virtuoso de Bach no lo es tanto interpretando a Mozart. El virtuoso del tenis no lo es tanto jugando al frontón. A veces el que juega muy bien en tierra batida, es batido sin piedad en pistas más rápidas.
Cuando como solución a los problemas personales y de los grupos se propone que hay ser más éticos, o más morales, creo que no se está entendiendo lo que ello significa.
Es útil tener costumbres, éticas, morales, tener un carácter, ser virtuoso, pero tan importante como eso es saber detectar cuando es necesario cambiar los comportamientos y buscar soluciones nuevas, diferentes de las que aplicábamos mecánicamente.
No hay ética perfecta, no hay moral universal, no hay una personalidad capaz de superar todos los obstáculos, no hay virtud que se pueda aplicar a todo.
Los códigos de comportamientos éticos como el “haz siempre el bien”, no son válidos. ¿Qué es el bien? No existe el bien universal, ni el bien común. Lo que es bueno para unos, no lo es para otros. Lo bueno en una situación es nefasto en otra.
“No hagas lo que no desees que te hagan”, es otro precepto ético, sin sentido, pues ¿por qué no voy a hacer algo, que el otro me manifiesta que le gusta, aunque a mi no me gustaría que me lo hicieran?
“Dar a cada uno lo que se merece”. Otra máxima ética. Pero ¿cómo medimos lo que se merece cada persona? No hay forma de saber ni valorar lo que cada uno merece, ni tampoco lo que necesita, por tanto es imposible también aquello de “dar a cada uno lo que necesita”.
Esta otra es muy socorrida: “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”. Pero esa ética aplicada lleva al desastre social, pues las necesidades pueden ser infinitas y aumentar exponencialmente, de tal manera que sea imposible con unos recursos limitados atenderlas, y las capacidades, en cambio, disminuir rápidamente, si es mucho más “rentable” y cómodo recibir, después de todo parece que alguien se va a hacer cargo de tus necesidades, de todas ellas, de tal modo que no hay ningún incentivo para tener capacidades. Ese principio ético es capaz de destruir cualquier grupo o sociedad.
En resumen: no hay moral ni ética universal. La
ética es una herramienta que ahorra energía y sirve a la supervivencia, pero no
es válida para resolver todos los problemas personales, ni los problemas de
unas sociedades que cambian todo el tiempo.
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