La teoría económica comunista entiende la economía, es decir, la gestión de la riqueza, como reparto.
Existe una cantidad de
riqueza y se trata de repartirla entre los individuos que forman la comunidad.
Pero su análisis económico solo es aplicable a un momento de tiempo determinado, o eso o es que presupone que la riqueza permanece igual en el tiempo: ni aumenta ni disminuye, de tal manera que solo hay que calcular la cantidad de componentes del grupo y dividir lo que hay entre todos de manera igualitaria, pues su idea de justicia social es dar a cada uno lo mismo.
Pero no es cierto que la
riqueza sea siempre la misma: puede aumentar y puede disminuir.
La riqueza puede desaparecer, y también los individuos pueden crear nuevos bienes, de manera individual o de forma cooperativa, siendo con frecuencia más productivos cuando se organizan en grupos.
La habilidad de organizar
grupos productivos y crear bienes, influye en la cantidad de riqueza que se
puede luego repartir.
Para fabricar es fundamental la figura del empresario, que es capaz de organizar los recursos productivos enfocados a obtener un bien.
La lucha de clases marxista
enfrenta a los empresarios, que organizan los recursos productivos, y a los
trabajadores, que son un recurso productivo humano que dirige el empresario.
La lucha de clases afirma que si se elimina al empresario la producción no varía: se sigue
produciendo lo mismo.
Pero si nadie organiza los
recursos productivos ni decide qué se va a producir, ¿cómo y quién determina qué
se produce y cómo se hace?
Alguien tiene que tomar las decisiones: o una figura que dicta desde algún nivel aquello que debe hacerse y cómo debe ser hecho, o un mecanismo de decidir y organizar en grupo.
Si no tenemos a alguien que
proyecte. o un dispositivo de decisión que resuelva lo que hay que hacer, no se
producirá nueva riqueza y sólo se podrá repartir lo ya existente.
Si no existe empresario, ¿quién
o cómo se organiza lo que se producirá para luego poder repartirlo?
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