sábado, 10 de octubre de 2020

ANÁLISIS MARXISTA DEL COVID19

Mantengo la tesis de que el marxismo cultural y sociológico es un cáncer que sirve principalmente para crear división y enfrentamiento dentro de la sociedad.

Por eso no me resisto a utilizar un análisis marxista de la pandemia que padecemos para ilustrar su malignidad.

En repetidas ocasiones he comentado que se puede estudiar la sociedad desde cualquier característica y su contraria y enfrentarlas: la destrucción de una supone la igualdad por eliminación de lo diverso, y eso algunos lo ven como una victoria cuando no es más que una catástrofe.

En la pandemia hay dos posiciones enfrentadas: los que priorizan la salud y los que ponen en primer lugar la economía. Una nueva lucha de clases: los que consideran que lo más importante es la salud y hay que dedicar todos los recursos disponibles a mantenerla, contra los que consideran que lo más importante es mantener vivo y fomentar el sistema productivo de riqueza.

El enfrentamiento ha llegado incluso a las conversaciones más triviales dentro de las familias o los círculos de amistad. Incluso se trata de enmarcar esta guerra de clases dentro de otras más amplias, como las izquierdas y las derechas. Todo sea para que parezca que es inevitable la separación y el enfrentamiento, y de paso el mantenimiento de unos partidos u otros vendiendo determinada ideología o simplemente prometiendo combatir la contraria sin siquiera ofrecer ninguna idea de gestión nueva. Ni eso es necesario cuando se configura con claridad un buen enemigo al que combatir.

Pues no. Es una simple trampa, un trampantojo, peligroso además. Mortal.

No es posible cuidar la salud sin tener recursos, sin riqueza. Es la creación de la riqueza la que hace posible tener más medios, más investigadores, más médicos, más hospitales. Si se para la economía se para todo. Y sin salud tampoco es posible el trabajo, la inversión, el emprender, el hacer. No, no son contrarios sino complementarios. El problema no es de lucha sino de gestión: como aumentar los recursos, la riqueza, que promocione la salud. Se trata de cooperar, de coordinar, de gestionar tiempos, acciones y recursos. Pero si eso fuera así la lucha de clases se cae por sí sola, no sirve, incluso es un análisis peligroso.

Pero si no es útil la lucha de clases, el marxismo cultural y sociológico, muchos profesores universitarios van a perder el valor de sus escritos, de su posición de prestigio, su medio de vida. Muchos políticos que viven del enfrentamiento van a perder su posición de privilegio, su razón de ser. Y tendrán que hablar de gestión, de la que, me temo, no tienen ni idea. Y tendrán además, que hacer algo que no les gusta en absoluto: convivir con el diferente, cooperar.

Lo entiendo. Es duro. Difícil cambiar a estas alturas de la vida. Pero es que la vida es así de dura. Los acompaño en el sentimiento.





 

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