domingo, 11 de octubre de 2015

La Democracia no es "el bien" y todo lo demás es "el mal"






Como dije en la entrada anterior, no podemos elegir la forma de tomar las decisiones. O con más precisión, la naturaleza nos ha dotado de un cerebro capaz de hacer simulaciones que nos permite analizar un problema, buscar soluciones y tomar decisiones de comportamiento. Eso nos da capacidad de elección entre diversas posibilidades, pero seguimos sujetos a la realidad. Si esas elecciones son óptimas para la supervivencia seguiremos adelante, si no lo son simplemente desapareceremos. Por eso es importante que nos demos cuenta cómo funcionan los diferentes sistemas de tomar decisiones. 

Al tratar de definir la Democracia como lo he hecho, un sistema de tomar decisiones en grupo, y de desmitificarla como un sinónimo de "bien", soy consciente que rompo con una forma simplista de entender la política muy extendida. Me refiero a contemplarla como una batalla entre el "bien" y el "mal".

Una visión del mundo donde el problema es la existencia del "mal".

Esta concepción de las cosas ha tenido gran aceptación durante mucho tiempo, pero esto nos enfrenta a problemas para la supervivencia, como la perpetuación de una excesiva violencia, incómoda para los individuos y que incluso puede poner en riesgo la sociedad misma. 

Propongo una forma diferente de ver la política, fuera de esa ingenua visión de una batalla entre el bien y el mal. El proceso de toma de decisiones está determinado por el gasto de energía que supone, (tanto para la sociedad en su conjunto como para los individuos tomados de uno a uno), y la variedad de respuestas válidas a los problemas que es capaz de generar. Los procesos autoritarios tienden a ahorrar energía y los democráticos a ser capaces de generar más variedad de soluciones y manejar mejor una gran cantidad de información.

La realidad es compleja e incluye tanto a lo uno como a lo otro, lo llamado bueno y malo. Todo lo que existe ha servido para mantener la vida y si se desea cambiar algo para dar solución a algún problema, se debe tener en cuenta que la supervivencia debe ser prioritaria a cualquier deseo. 


Sin vida no hay nada más. Los cambios deben ser subordinados a que sean sobrevivientes.

Muchos simplifican la política a un código de conducta, el "actuar bien" (la buena política) o el "actuar mal" (la mala). 


También muchos identifican la democracia con "lo bueno", y a las otras formas de tomar decisiones como malas, especialmente cuanto más se acerquen a formas de decidir autoritarias. En virtud de eso tienen que dar definiciones complejas de democracia que incluyan todas esas cosas que ellos consideran "buenas". 

Pero no todos los ciudadanos tenemos una misma visión del bien. Los valores son variados y cada uno toma los (valores) que más le gustan y le da una importancia preferente. Hay quien tiene preferencia por la libertad, otros por la seguridad, otros piensan que la igualdad debería ser el más importante, otros que la solidaridad. Un valor es algo que se considera de importancia. Cada uno tenemos nuestras preferencias. 
Nota: En la próxima entrada comentaré las diferencias en cuanto a valores de las ideologías más extendidas y la consideración de valores absolutos o tendencias deseables. 
Hay algo que tiene valor por encima de todo eso, por encima de cualquier consideración y clasificación personal: la vida. Sin vida no hay posibilidad de nada más. Sobrevivir es prioritario a cualquier cosa, no puede ser elegido. 

Esto es importante a la hora de pensar en política, en el modo de resolver cuestiones que nos preocupan, pues algunos tendrían la tentación de proponer soluciones que fueran buenas para su forma de entender la jerarquía de los valores, pero atentaran contra la supervivencia de la sociedad.  Entonces no serían viables, simplemente porque conducirían a la desaparición de la sociedad y de los individuos con ella.
Nota: Pongo un ejemplo. Desde el idealismo alguien "enamorado" del valor igualdad de la riqueza, el reparto igualitario de lo que existe en la sociedad, podría pensar en maximizarlo. Pero si se reparten los bienes entre todos, los que más han gastado energía en producirlos pueden pensar que salen ganando si realizan menos esfuerzo pues en el reparto van a perder muy poco y, en cambio ganarán mucho en energía gastada. Esa decisión, si es tomada por un número grande de los individuos, podría poner en riesgo la supervivencia del grupo entero, pues podría darse que la producción de lo necesario para la vida cayera en picado al ser mucho más "rentable" en términos de energía para el individuo, el no hacer nada y esperar que se haga el reparto y recibir. Podría llegarse a dar que no hubiera nada para repartir. El valor de la igualdad puede llevar a la extinción de la sociedad, si no se contrastan sus efectos en la realidad de la interacción social. Lo que no quiere decir que la igualdad no pueda ser algo de "valor", y por tanto deseable. Pero, como veremos en la siguiente entrada, hay que colocarlo en contexto con los demás valores y con los mecanismos de la realidad misma. 

Todos los grupos quieren apropiarse del término "Democracia" y definirlo según su código propio de valores. La Democracia vendría a ser un sinónimo del bien, y ese bien se construye acorde con su definición particular de lo bueno.

Todos tienen una cosa en común. Se sienten en posesión de la verdad. Ellos son los buenos, los demás los malos. 

Así contemplada la cosa de la política se simplifica mucho. Las cosas irán muy bien cuando mi bien venza sobre los demás, cuando adopten todos mi punto de vista. Hacer política por tanto, es sinónimo de convencer, de convertir a los demás a que adopten mi visión del bien. O de yo cambiar y adherirme a los demás a su modo de ver el mundo. 

Los caminos por los que puede ir la política solo quedan resumidos a dos: la persuasión o la destrucción. Es necesario convencer a los demás, o en el caso de ser imposible, es necesario acabar con ellos, hacerlos desaparecer. Nos lleva a gran cantidad de violencia. O estás conmigo o estás contra mi. 

Todo lo que hemos hablado tiene cierta razón de ser. En la toma de decisiones es muy importante el gasto energético. El proceso de la toma de decisiones no puede suponer un gasto energético mayor que el beneficio que nos proporciona la solución. 
Nota: Un ejemplo puede ser la forma de elegir a alguien para un puesto determinado de trabajo (el problema a resolver). Imaginad que se propone la realización de un examen con el fin de escoger al mejor (la solución propuesta), y que para una sola plaza se presentan 10.000 personas. Eso quiere decir que esa cantidad de personas gasta durante el tiempo de su preparación (digamos 6 meses) la mitad de su tiempo en estudiar para ese examen específico. Eso es un gasto energético inmenso, que se podría haber dedicado a cualquier otra acción. Todas las personas que se presentan tienen cualificación demostrada para realizar el trabajo, solo se trata de elegir al mejor. El gasto en energía en escoger al mejor puede ser muy superior al beneficio obtenido por ello, tanto para la sociedad como para cada individuo.
Supongamos que un grupo de personas tiene que decidir sobre algo. Eso supone una inversión de energía en analizar la situación. Si se pasa demasiado tiempo en esa fase se corre el riesgo de no tener tiempo para otras cuestiones vitales. E incluso la resolución de los desacuerdos entre los componentes del grupo puede requerir mucho tiempo y energía. La unanimidad, el que todo el grupo pensara de la misma manera supondría un ahorro energético importante. 

El disponer de un código escrito que solucione los problemas también supondría otro ahorro de energía, pues no habría que pensar, simplemente aplicar lo que dictara el código. 

Estos mecanismos los utiliza la naturaleza constantemente, por ejemplo, cuando agrupa en un solo ser a muchos organismos. El ser humano es un buen ejemplo. Una serie de organismos reunidos en uno mayor con unidad de acción. Incluso dispone de unos códigos genéticos que permiten que cada acción no tenga que ser pensada en cada situación, con el consiguiente ahorro de dedicarse a otras tareas. 

La toma de decisiones en política también tiene que estar sujeta a estas reglas de uso de la energía disponible. Por eso es muy razonable el impulso hacia la unanimidad de las decisiones y la codificación de los comportamientos. 

A esta tendencia se le sigue cuando se proponen sistemas de toma de decisiones autoritarias, pues estas suponen un gran ahorro energético. En cambio las formas democráticas, y recordemos que definimos democracia como una forma de tomar decisiones mediante la votación de la mayor cantidad de individuos del grupo, después de una fase de información y discusión, supone un alto gasto energético del conjunto de la población y puede ocurrir que ponga en riesgo su supervivencia. 

¿Qué ventajas aporta la democracia? Muchos cerebros pensando a la vez son capaces de generar más soluciones y de procesar más información que unos pocos, pues supone una visión más amplia del asunto. También las soluciones tomadas tienden a satisfacer a un mayor número de individuos.  

Mi propuesta para analizar la forma de tomar decisiones que conciernen a los ciudadanos (la política) es un análisis de los distintos modos de tomar decisiones, del gasto energético que suponen, de las características que necesitan para dar resultados supervivientes en el grupo social. En resumen, entender mejor la realidad física y también relacional entre los elementos, sin perder de vista en ningún momento que la supervivencia es el punto central que siempre hay que conservar.

El mundo no se construye desde el deseo (no únicamente desde él) sino desde el conocimiento y el respeto por la realidad. 


En cuanto a conocimiento, piensan más 1.000 cerebros que uno sólo, siempre que esos cerebros se hagan conscientes de lo que es necesario para sobrevivir y no se dediquen a la fantasía desvinculada de la realidad.

Esta última afirmación nos lleva a una proposición un tanto provocadora: deben gobernar (tomar las decisiones) aquellos que tengan la llave de la supervivencia (normalmente aquellos que tienen en sus manos la producción que asegura que perdure la vida). 


Dicho de otra manera todavía más retadora: "Deben gobernar los que tienen el poder económico en la sociedad." 

Me temo que voy a perder a muchos lectores debido a esta afirmación. La razonaremos a lo largo del blog. 

Por ahora, y con el fin de volver a ganar alguno de los lectores de los que acabo de perder, diré que el poder económico quizá en realidad, lo veremos, está en manos, más que nunca, de la clase media. 

Resumen de la entrada:

La política es el arte de tomar decisiones entre los ciudadanos de la polis, de la ciudad, para buscar soluciones a los problemas que se les presentan. 


Existen diversas formas de tomar decisiones, según sea la materia del problema, unas tienden más a una forma de decisión autoritaria y otras a ser más democráticas. 

Democracia se refiere simplemente a una forma de tomar decisiones entre la mayor cantidad posible de ciudadanos, después de una información y discusión pública del tema a decidir. 

Actualmente existe una mitificación del término Democracia haciéndolo coincidir con lo bueno. Todas las otras formas de decisión se tienden a considerar como "malas", por no ser tan "democráticas". 

La división del mundo entre lo bueno y lo malo simplifica demasiado la búsqueda de soluciones adecuadas. Necesitamos entender la realidad tal cual es para proponer cambios o soluciones que no pongan en riesgo la supervivencia de la sociedad ni del individuo. 

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