viernes, 14 de febrero de 2020

UNA TEORÍA DE LAS CLASES SOCIALES





Una taxonomía de clase social me lleva a encontrar tres formas de vincular elementos.

Una sociedad es un grupo de elementos relacionados entre sí mediante algo que los vincula. Según este vínculo establezco tres clases de sociedades:

Sociedad perceptiva. Tomamos una característica perceptiva y agrupamos, asociamos, vinculamos, los elementos del grupo mediante esa característica común. Por ejemplo: todos los objetos de color rojo. O todos los objetos cuadrados.

Sociedad orgánica. Una serie de sujetos o socios que se mantienen unidos por una utilidad de aprovechamiento de recursos y objetivos comunes. Un organismo compuesto por muchas células, que a la vez están compuestas de otros organismos más pequeños, son capaces de intercambiar recursos mediante las leyes físicas, que les permiten desarrollar una serie de funciones, entre las que es fundamental la supervivencia.

Sociedad de intercambio diferido mediante deuda. La sociedad humana se vincula no mediante un intercambio mecánico de sustancias, sino en virtud de un mecanismo emocional de intercambio diferido: la deuda. Alguien da algo a otro y éste siente la necesidad de compensar lo recibido. Desde ese momento quedan vinculados, pues la posibilidad de que reciba la compensación va a depender de la supervivencia y la suerte del primer elemento: sus vidas se han entrelazado.

La idea de clase social del marxismo es del primer grupo: una sociedad perceptiva. Tómese una característica, la que sea, y ya tenemos una clase social. Los que poseen tierra. Los hombres. Las mujeres. Los que tienen cierta cantidad de dinero. Los que viven en unos lugares determinados. El número de clasificaciones que podemos hacer es tanta como de características que distingamos.

Con otra propiedad: toda clasificación lleva a una lógica binaria. Si tomamos como característica los objetos de color “rojo”, definimos el grupo de “objetos rojos” y al mismo tiempo su contrario: “objetos no rojos”. Los ricos, y los que no lo son. Los europeos y los que son de fuera de Europa. Cualquier clase se define a sí misma y a su contraria.

Toda la teoría de clases marxista se basa en esto. Definamos una clase, -hay todas las que queramos- y definimos las que se oponen a la igualdad. Todos los elementos no son iguales por culpa de la diferencia. Si destruimos todos los objetos que no son rojos entonces habremos conseguido una sociedad igualitaria. Es cierto.

Pero es simple, y no tiene ninguna utilidad práctica. Si definimos las sociedades humanas mediante dos clases, los pobres y los ricos, y pretendemos igualarla mediante la destrucción de los ricos, sí, es una idea, pero es una idea estúpida. De igual manera como pretender que todos sean ricos mediante la destrucción de los pobres. Sin entrar a tratar de comprender los mecanismos que hay detrás de esa ordenación de diferencias.

La teoría de clases marxista no sirve para entender qué está pasando ni para encontrar soluciones a los mecanismos existentes, y que por distintas razones, queremos modificar. La culpa de que existan los pobres es que existan los ricos. Efectivamente la culpa de que todos los objetos no sean rojos es que existan otros que no sean rojos. Y en ese sentido los “culpables” son los objetos “no rojos”. Pero es una explicación simplista de la realidad, y sobre todo inútil. Y voy a ir más allá: es peligrosa.

Es peligrosa pues institucionaliza la idea de que se conseguirá una sociedad “buena” mediante la destrucción de las desigualdades, y eso se hace mediante la destrucción del “contrario”, pues es el culpable.

La idea de las clases sociales marxistas lleva inexorablemente a la competencia, a la violencia y a la destrucción, no solo de parte de la sociedad, sino a la sociedad completa, pues lo que existe tiene una razón de existencia, y en todo caso lo que se tiene que buscar es un nuevo equilibrio del sistema completo y no simplemente la destrucción de parte del mismo.  

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