Algunos imperios lo han intentado, no muchos pues no han sido tantos en la historia, y ninguno lo ha conseguido. España no es diferente, ha fracasado como todos los demás.
Construir un imperio que resuelva todos los quebraderos de cabeza que surgen dentro de él es un imposible; en cambio nadie se rinde, -ni podría hacerlo- de intentarlo.
Los países se agrupan en imperios y todos intentan administrar sus territorios, a salvo de los vaivenes de las necesidades, acontecimientos y de las decisiones de las otras naciones que en el mundo son.
En los momentos de gran inestabilidad es cuando se producen los cambios más significativos en la geoestrategia de poderes en el mundo. Hace falta liderazgo, eso sí.
O a lo mejor ni eso.
Igual es suficiente con un poco de habilidad, no demasiada, la suficiente, para aprovechar las posiciones propias y hacerlas valer, en propio beneficio y en el de todos: ya no se puede esperar que a uno le vaya bien mientras a los demás le va mal, ya no es posible. Si a los vecinos le va mal, a uno le acabará afectando. No hay salida: es significa un mundo globalizado, un lugar donde no hay posibilidad de escaparse, solo es posible encontrar un hueco cómodo, acomodado.
No es liderazgo lo que se pide, es simplemente un poco de inteligencia para aprovechar las oportunidades.
De la descomposición de aquella España poco va quedando ya, quizá que se rompa en regioncitas, o en trozos todavía más pequeños, pues si se separara en regiones, esos mismos pedazos no iban a sobrevivir por mucho tiempo sin romperse, a su vez, en otros cuantos.
Si la descomposición se para, si nos paramos, igual vemos la oportunidad que se presenta, que está ahí.
Considerando los bloques actuales, Estados Unidos, China, Rusia, África, y Sudamérica, España tiene una posición de privilegio.
Por simple proximidad China y Rusia están condenados a entenderse y a encontrarse y no creo que los intereses de Rusia en Sudamérica puedan alargarse más de lo razonable. Los años 60 ya pasaron, y la crisis de los misiles ya no tiene influencia en la estrategia mundial. Las distancias ya no son lo que eran, ya ahora hay nuevos incentivos hacia los acuerdos de proximidad. Y Rusia y China están demasiado próximos para ignorarse.
Uno de los territorios más ricos en todos los sentidos del planeta, Sudamérica, va a necesitar una reorganización rápida de recursos tanto humanos como materiales. Sudamérica tiene que encontrar su lugar en el mundo. Y en ese entramado es donde la vieja España puede encontrar su oportunidad.
No es tan difícil, lo difícil está hecho. La cultura y el idioma ya están allí. Nos es fácil entendernos. Colombianos, venezolanos, todo centroamérica, Méjico, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay. Solo con eso ya tenemos algo que los demás les costaría siglos conseguir: congruencia cultural, lo que da lugar a facilidades para el comercio, para el intercambio de ideas, de personas, de oportunidades.
Solo Colombia y Venezuela juntas representan casi la superficie de Europa entera, y seguramente en recursos naturales la cifra sería todavía más escandalosa comparándola. Pero los recursos necesitan ser explotados, sabiamente. Y para eso hace falta la demanda de los demás territorios, y también su dirección.
España puede ser el puente entre Europa, de la que forma parte por proximidad, con Sudamérica, de la que forma parte por proximidad... cultural y emocional. También podría ser un puente perfecto para dar salida a todos los productos de esa América hacia Europa.
Y si nos falta ocupación podemos mirar al norte de África, parte integrante de nuestra cultura desde hace milenios, y parte de nuestra cercanía. Y no hace falta comerse todo el pastel, -en todo caso ayudar a prepararlo, eso de comerse el pastel ya queda muy anticuado, ya nadie se puede creer que un pastel se coma sin ayudar en la cocina a prepararlo-.
Seamos sinceros: ellos nos necesitan. Pero nosotros los necesitamos más a ellos. A todos ellos. Todos salimos beneficiados y se trata de eso.
Y con eso casi sería suficiente, sin complicarse mucho más la vida, para ocupar un lugar en el mundo. Modesto pero importante. Beneficioso para todos. Como no puede ser de otra manera. Otrora quedaron aquellos países que pretendían sobrevivir defendiéndose de todos los demás, a pesar de, a su contra. Ahora, el futuro, o eres útil para todos, o desaparecerás. Y España puede ser útil, por simple herencia cultural. Solo hay que sacar fruto de lo que nuestros antepasados hicieron, mejor o peor, pero está hecho. Seria una torpeza no aprovecharlo.
Los países se agrupan en imperios y todos intentan administrar sus territorios, a salvo de los vaivenes de las necesidades, acontecimientos y de las decisiones de las otras naciones que en el mundo son.
En los momentos de gran inestabilidad es cuando se producen los cambios más significativos en la geoestrategia de poderes en el mundo. Hace falta liderazgo, eso sí.
O a lo mejor ni eso.
Igual es suficiente con un poco de habilidad, no demasiada, la suficiente, para aprovechar las posiciones propias y hacerlas valer, en propio beneficio y en el de todos: ya no se puede esperar que a uno le vaya bien mientras a los demás le va mal, ya no es posible. Si a los vecinos le va mal, a uno le acabará afectando. No hay salida: es significa un mundo globalizado, un lugar donde no hay posibilidad de escaparse, solo es posible encontrar un hueco cómodo, acomodado.
No es liderazgo lo que se pide, es simplemente un poco de inteligencia para aprovechar las oportunidades.
De la descomposición de aquella España poco va quedando ya, quizá que se rompa en regioncitas, o en trozos todavía más pequeños, pues si se separara en regiones, esos mismos pedazos no iban a sobrevivir por mucho tiempo sin romperse, a su vez, en otros cuantos.
Si la descomposición se para, si nos paramos, igual vemos la oportunidad que se presenta, que está ahí.
Considerando los bloques actuales, Estados Unidos, China, Rusia, África, y Sudamérica, España tiene una posición de privilegio.
Uno de los territorios más ricos en todos los sentidos del planeta, Sudamérica, va a necesitar una reorganización rápida de recursos tanto humanos como materiales. Sudamérica tiene que encontrar su lugar en el mundo. Y en ese entramado es donde la vieja España puede encontrar su oportunidad.
No es tan difícil, lo difícil está hecho. La cultura y el idioma ya están allí. Nos es fácil entendernos. Colombianos, venezolanos, todo centroamérica, Méjico, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay. Solo con eso ya tenemos algo que los demás les costaría siglos conseguir: congruencia cultural, lo que da lugar a facilidades para el comercio, para el intercambio de ideas, de personas, de oportunidades.
Solo Colombia y Venezuela juntas representan casi la superficie de Europa entera, y seguramente en recursos naturales la cifra sería todavía más escandalosa comparándola. Pero los recursos necesitan ser explotados, sabiamente. Y para eso hace falta la demanda de los demás territorios, y también su dirección.
España puede ser el puente entre Europa, de la que forma parte por proximidad, con Sudamérica, de la que forma parte por proximidad... cultural y emocional. También podría ser un puente perfecto para dar salida a todos los productos de esa América hacia Europa.
Y si nos falta ocupación podemos mirar al norte de África, parte integrante de nuestra cultura desde hace milenios, y parte de nuestra cercanía. Y no hace falta comerse todo el pastel, -en todo caso ayudar a prepararlo, eso de comerse el pastel ya queda muy anticuado, ya nadie se puede creer que un pastel se coma sin ayudar en la cocina a prepararlo-.
Seamos sinceros: ellos nos necesitan. Pero nosotros los necesitamos más a ellos. A todos ellos. Todos salimos beneficiados y se trata de eso.
Y con eso casi sería suficiente, sin complicarse mucho más la vida, para ocupar un lugar en el mundo. Modesto pero importante. Beneficioso para todos. Como no puede ser de otra manera. Otrora quedaron aquellos países que pretendían sobrevivir defendiéndose de todos los demás, a pesar de, a su contra. Ahora, el futuro, o eres útil para todos, o desaparecerás. Y España puede ser útil, por simple herencia cultural. Solo hay que sacar fruto de lo que nuestros antepasados hicieron, mejor o peor, pero está hecho. Seria una torpeza no aprovecharlo.
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