Definamos primero qué son los Valores.
Los Valores son creencias u objetos que para nosotros son importantes, sentimos preferencia por ellos, nos gustan, los deseamos, nos interesan, aspiramos a ellos y suelen orientar nuestro comportamiento.
Cualquier idea u objeto que consideremos importante es un Valor para nosotros.
Podemos nombrar infinidad de ellos: la justicia, la libertad, la igualdad, la bondad, la honestidad, la gratitud, la solidaridad, la seguridad, la sinceridad, el respeto....
También los objetos son Valores: el dinero, las propiedades, la tierra, los coches.
Hay muchos y muy variados.
Puesto que tanto en ideas como en objetos hay una casi infinita variedad de valores, a la hora de tener que enfrentar la decisión de cuales perseguir, tenemos que establecer unas prioridades. Somos seres limitados tanto en tiempo como en posibilidades.
¿Cuál será el valor más importante? ¿La libertad, la seguridad, la solidaridad, la igualdad, la justicia? ¿O quizá el dinero y las posesiones?
¿Existe una jerarquía?
Cada ideología tiene su propia jerarquía: unos priorizan la libertad por encima de todo, otros la seguridad, o la igualdad y para otros la solidaridad está arriba de todas ellas.
Si eso es así estamos abocados a una relatividad de lo que es importante a la hora de tomar decisiones en la sociedad (que es el objeto de mi blog).
No me voy a mojar en mi jerarquía de valores, que la tengo, como todos, pero se me ocurre que existe un "Valor" por encima de todos los demás. Sin él los demás son imposibles. Por eso podría afirmar que es el más importante.
Es la supervivencia, la vida, la existencia. Sin ella los demás no se pueden dar. Por muy atractivos que puedan parecer, sin vida no pueden tener lugar.
La supervivencia de los individuos está sujeta a unas reglas contables, a unas entradas de energía y a un gasto de la misma, a un consumo de alimentos y aire, y a la eliminación de sus residuos.
Son reglas físicas, mecánicas, no nos las podemos saltar mediante el deseo: nos vienen impuestas.
Como derivado de todo ello tenemos que admitir que cualquier jerarquía de valores que adoptemos está sujeta a unos condicionantes que no podemos cambiar: las reglas de la supervivencia del individuo, y también de las organizaciones de las que depende el individuo para sobrevivir. Por ejemplo, el ser humano es un ser social y no es capaz de sobrevivir como individuo aislado. La sociedad tiene unas reglas de supervivencia como organismo o como grupo que si no se respetan ponen en riesgo su existencia, y la del individuo que depende de ella.
Nos pueden parecer la justicia, la libertad, la igualdad, la solidaridad, valores muy atractivos. Pero si no respetamos las reglas contables que rigen los grupos y los organismos, todos esos valores no pueden darse.
Lo que puede parecer mucho peor: muchas veces para sobrevivir se tienen que pisotear otros valores que se consideraban irrenunciables.
Partiremos de ahí, nos guste o no. La realidad se impone. Los mecanismos de la vida y su evolución se imponen sobre todo lo demás.
El idealismo desconectado de la realidad física perece.
En primer lugar la supervivencia, que dirige la evolución, y después la realidad. Y sólo mucho después los otros valores.
Se dice que se han perdido los valores, que hacen falta valores. No, no es así. Valores hay de sobra. Lo que hace falta es conocer los mecanismos básicos del vida, de los organismos. Y sobre todo, respetarlos.
Me refiero a los mecanismos de supervivencia de los individuos y de los grupos de los que depende ese individuo. Sin sociedad no hay ser humano. Sin conocer bien cómo funciona la sociedad como organismo iremos dando palos de ciego en la búsqueda de valores.
No hacer ese esfuerzo de conocimiento supone la muerte. Por muy heroicos que podamos parecer embarcados en cruzadas de valores varios.
Miguel de Cervantes ya nos contó la historia hace mucho tiempo. El Quijote termina mal, muy mal, pero puede terminar todavía mucho peor.
Los Valores son creencias u objetos que para nosotros son importantes, sentimos preferencia por ellos, nos gustan, los deseamos, nos interesan, aspiramos a ellos y suelen orientar nuestro comportamiento.
Cualquier idea u objeto que consideremos importante es un Valor para nosotros.
Podemos nombrar infinidad de ellos: la justicia, la libertad, la igualdad, la bondad, la honestidad, la gratitud, la solidaridad, la seguridad, la sinceridad, el respeto....
También los objetos son Valores: el dinero, las propiedades, la tierra, los coches.
Hay muchos y muy variados.
Puesto que tanto en ideas como en objetos hay una casi infinita variedad de valores, a la hora de tener que enfrentar la decisión de cuales perseguir, tenemos que establecer unas prioridades. Somos seres limitados tanto en tiempo como en posibilidades.
¿Cuál será el valor más importante? ¿La libertad, la seguridad, la solidaridad, la igualdad, la justicia? ¿O quizá el dinero y las posesiones?
¿Existe una jerarquía?
Cada ideología tiene su propia jerarquía: unos priorizan la libertad por encima de todo, otros la seguridad, o la igualdad y para otros la solidaridad está arriba de todas ellas.
Si eso es así estamos abocados a una relatividad de lo que es importante a la hora de tomar decisiones en la sociedad (que es el objeto de mi blog).
No me voy a mojar en mi jerarquía de valores, que la tengo, como todos, pero se me ocurre que existe un "Valor" por encima de todos los demás. Sin él los demás son imposibles. Por eso podría afirmar que es el más importante.
Es la supervivencia, la vida, la existencia. Sin ella los demás no se pueden dar. Por muy atractivos que puedan parecer, sin vida no pueden tener lugar.
La supervivencia de los individuos está sujeta a unas reglas contables, a unas entradas de energía y a un gasto de la misma, a un consumo de alimentos y aire, y a la eliminación de sus residuos.
Son reglas físicas, mecánicas, no nos las podemos saltar mediante el deseo: nos vienen impuestas.
Como derivado de todo ello tenemos que admitir que cualquier jerarquía de valores que adoptemos está sujeta a unos condicionantes que no podemos cambiar: las reglas de la supervivencia del individuo, y también de las organizaciones de las que depende el individuo para sobrevivir. Por ejemplo, el ser humano es un ser social y no es capaz de sobrevivir como individuo aislado. La sociedad tiene unas reglas de supervivencia como organismo o como grupo que si no se respetan ponen en riesgo su existencia, y la del individuo que depende de ella.
Nos pueden parecer la justicia, la libertad, la igualdad, la solidaridad, valores muy atractivos. Pero si no respetamos las reglas contables que rigen los grupos y los organismos, todos esos valores no pueden darse.
Lo que puede parecer mucho peor: muchas veces para sobrevivir se tienen que pisotear otros valores que se consideraban irrenunciables.
Partiremos de ahí, nos guste o no. La realidad se impone. Los mecanismos de la vida y su evolución se imponen sobre todo lo demás.
El idealismo desconectado de la realidad física perece.
En primer lugar la supervivencia, que dirige la evolución, y después la realidad. Y sólo mucho después los otros valores.
Se dice que se han perdido los valores, que hacen falta valores. No, no es así. Valores hay de sobra. Lo que hace falta es conocer los mecanismos básicos del vida, de los organismos. Y sobre todo, respetarlos.
Me refiero a los mecanismos de supervivencia de los individuos y de los grupos de los que depende ese individuo. Sin sociedad no hay ser humano. Sin conocer bien cómo funciona la sociedad como organismo iremos dando palos de ciego en la búsqueda de valores.
No hacer ese esfuerzo de conocimiento supone la muerte. Por muy heroicos que podamos parecer embarcados en cruzadas de valores varios.
Miguel de Cervantes ya nos contó la historia hace mucho tiempo. El Quijote termina mal, muy mal, pero puede terminar todavía mucho peor.