Una teoría de la razón.
La razón es la proporción de algo que hay en algo.
Es un concepto aritmético y
geométrico, que estudia los conjuntos como proporciones o razones de elementos
más pequeños o equivalencias.
Algo es igual cuando tiene las
mismas medidas, en peso, área, volumen, tiempo, temperatura.
Hay que establecer un patrón, una
medida, y entonces los objetos se pueden calibrar en razón o proporción al
patrón de medición.
El razonamiento supuso un salto
cuantitativo y cualitativo en el pensamiento humano, y en la tecnología, pues desde entonces se
podía hacer equivalencias entre objetos.
Es fundamental para el conocimiento, y también para el comercio o las relaciones de intercambio.
El templo mesopotámico, almacén e
industria, puede hacer recuento de existencias, y apuntes contables de
entradas y salidas, gracias a los números, que aún no existían como tales sino
como representación concreta de productos, y las proporciones: han entrado
tantas unidades de este producto, o salidos tantos kilos, siclos, cubos. Los nombres
que daban a cada patrón de medición.
Los campesinos egipcios podían
calcular el área de la tierra que cultivaban, después de perderla en la última
crecida del Nilo, pues la geometría les permitía hacer un cálculo del área proporcional a la anterior.
Es curiosa, o cuanto menos da que
pensar, la coincidencia en el tiempo de períodos de gran desarrollo del conocimiento y bienestar
humano, con la aparición del pensamiento racional, la aritmética, la
contabilidad, la geometría y la moneda.
Aplicación del pensamiento racional
es el intento de estudiar la materia desde componentes atómicos proporcionales,
racionales. Lo complejo es la suma racional, proporcionada, de sus componentes.
Y aquí es donde aparecen las
limitaciones del pensamiento racional. El todo es algo más que la suma de las
partes. Incluso en física o mecánica.
Si el pensamiento racional empieza
a tener problemas para explicar la realidad de los objetos materiales, los
problemas empiezan a ser graves cuando se intenta aplicar la razón al
comportamiento humano.
En principio parece de lógica. Para
tomar una decisión sopesamos, –pesamos, es muy ilustrativa la palabra–, los
pros y los contras, los ponemos en una balanza, para ver cual pesa más, y desde
allí tomamos una decisión de comportamiento.
Eso sería la aplicación de la
racionalidad al comportamiento humano.
Pero la realidad es otra. Es imposible hacer una valoración correcta y válida de los pros y contras de un comportamiento. No digo que algo no se pueda hacer. Desde luego que se puede. El pensamiento es capaz de dar valor a las cosas y a las acciones, pero no deforma objetiva, válido para todos, ni precisa.
El pensamiento es un sistema de abstracción de pros y contras. Pero ni mucho
menos es preciso ni puede abarcar con precisión, como sí lo hace la aritmética
y la geometría, las ventajas y desventajas.
Además nos enfrentamos a otro problema: ¿cómo establecemos un patrón, como el metro, kilo, litro o grado, para medir el bien o el mal, lo bueno o lo malo que provoca una acción o comportamiento?
La evolución de la vida no funciona así. La vida simplemente es un despliegue, lo más amplio posible, de posibilidades de comportamiento en el medio.
Solo aquellas que sobreviven son las más adecuadas para el momento y el ambiente.
Es imposible hacer una predicción
exacta de consecuencias, por lo menos para la vida, quizá el cerebro humano
mediante el pensamiento tiene mejores resultados que el azar de la evolución. Pero
la elección de los comportamientos adecuados se hace simplemente por
supervivencia. Aquellos que han sobrevivido han sido los más adecuados en la
resolución de los problemas medioambientales.
El ser humano actúa, tiene que
tomar todo el tiempo decisiones, que tienen que ver con la supervivencia, y con otros logros abstractos como el placer, o un "deber proceder" derivado de una meta y asociado a ella. En cualquier caso no son racionales, en el sentido de tener patrones
de peso y medida que le dicten lo que está “bien” (un bien entrecomillado) o lo
que no conviene.
En resumen. El pensamiento racional
tiene que ver con proporciones, números, geometría. No es válido para valorar
gran parte de las decisiones que tienen que tomar los seres humanos, ni los
grupos en los que las personas se organizan.
El pensamiento racional no es la
solución a los problemas de organización del ser humano, pues el todo es algo
más, y diferente, a la suma de las partes.
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