Una teoría del valor.
Valor es la fuerza o capacidad para conseguir algo.
Los valores son personas, objetos,
ideas o acciones que tienen la fuerza de conseguir resultados. Las cosas tienen
valor, valen para algo, si sirven para alcanzar alguna meta.
Ninguna persona vale para todo, ni
ningún objeto, ni ninguna idea ni acción son válidas en todos los casos y
situaciones.
El valor no es universal, no
existen patrones a modo de referencia, que nos den una medida válida para todos
y en toda situación.
La misma persona, objeto, idea o
acción en un contexto diferente y ponderada por otro sujeto, tiene valores
diferentes, esto es: fuerzas y capacidades diferentes.
No es posible establecer un patrón
de valor igual para todos.
Un vaso de agua no tiene el mismo
valor para una persona al lado de un pozo que en un desierto. Una ropa de
abrigo no tiene el mismo valor en un sitio frío que en uno tropical.
Los valores están influidos por la
abundancia o la escasez.
Donde la libertad de elección es
muy amplia, quizá el valor de la seguridad que da lo previsible, es mayor que cuando
las rutinas se repiten y se echa de menos lo nuevo y lo inesperado.
No tiene el mismo valor un gramo de
oro, o una naranja, o un lapicero, cuando se tienen miles de kilos o unidades, que
cuando no se tiene ninguno.
No es lo mismo la compañía de una
persona en un lugar rodeado de gente, que cuando llevas meses sin hablar con
otro ser humano.
Todos los valores están influidos
en su percepción y medición por situaciones personales y medioambientales.
El mismo objeto, idea o acción no
tiene el mismo valor para dos sujetos diferentes. Y para el mismo sujeto los
mismos objetos, ideas o acciones no tienen el mismo valor si variamos la
situación medioambiental en la que se encuentra.
Ningún valor es universal.
Esta reflexión puede parecer un
ejercicio de abstracción poco útil, pero tiene una gran importancia a la hora
de intentar justificar una teoría de la sociedad, una teoría del intercambio,
argumentar una posible, o no, teoría de la justicia, una teoría del derecho, o
una teoría del dinero, con un aplicación más práctica en la vida de las
personas.
Sin tener en cuenta la relatividad
de los valores todas esas teorías estarán distorsionadas.
Además es necesario reflexionar un poco sobre lo que acabo de decir. Su aceptación implica muchas cosas. Entre otras dar un paso más en la superación de una visión religiosa de la vida, que dividía la realidad en buenos y malos, en valores buenos y valores malos. Si los valores son relativos entonces ya no existe tal división.
Un poco más. Si esta visión de los valores relativos es cierta, hay que revisar los cimientos del edificio de la civilización indoeuropea en su conjunto. Hay que revisar la aportación de Kant, hay que revisar la ilustración y los “valores” (entrecomillados) de la revolución francesa, en la base de la organización política de los estados modernos.
Ya no tiene sentido hablar de “libertad,
igualdad, fraternidad”, como unos supuestos valores máximos que hay que
perseguir, sino se trata de un problema de gestión de valores, donde todo es
válido, la paz, la violencia, la igualdad, la diversidad, la fraternidad, el egoísmo,
la libertad y la seguridad, la innovación y la conservación.
Es mucho más complejo pues no hay
escala de valores sino gestión de los mismos, límites, situaciones donde se
encuentra conveniente la preponderancia de unos u otros, y según para quien sea
el sujeto.
También supone la superación de la
lucha de clases. No hay valores que compitan entre sí, excluyéndose unos a los
otros. Hay sujetos, hay situaciones y hay gestión donde unos y otros cooperan,
encuentran su sitio, se necesitan y complementan. Pero no tratan de acabar con
el contrario ni excluirlo.
La aceptación de esta visión relativista de los valores tiene que implicar cambios profundos en el pensamiento y la organización de nuestros sistemas sociales y de pensamiento analítico de la realidad.
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