miércoles, 20 de enero de 2021

LOS VALORES (UNIVERSALES) NO EXISTEN. Una teoría del valor



Una teoría del valor.

Valor es la fuerza o capacidad para conseguir algo.


Una persona puede tener valor si tiene fuerza de alcanzar una meta, un objeto tiene valor si es de utilidad para conseguir un efecto deseado, una acción tiene valor si sirve para obtener un resultado que se busca, y una idea tiene valor si ayuda para llegar a un fin.
 

Los valores son personas, objetos, ideas o acciones que tienen la fuerza de conseguir resultados. Las cosas tienen valor, valen para algo, si sirven para alcanzar alguna meta.



Ninguna persona vale para todo, ni ningún objeto, ni ninguna idea ni acción son válidas en todos los casos y situaciones.

El valor no es universal, no existen patrones a modo de referencia, que nos den una medida válida para todos y en toda situación.

La misma persona, objeto, idea o acción en un contexto diferente y ponderada por otro sujeto, tiene valores diferentes, esto es: fuerzas y capacidades diferentes.

No es posible establecer un patrón de valor igual para todos.

Un vaso de agua no tiene el mismo valor para una persona al lado de un pozo que en un desierto. Una ropa de abrigo no tiene el mismo valor en un sitio frío que en uno tropical.

 

Los valores están influidos por la abundancia o la escasez.

Donde la libertad de elección es muy amplia, quizá el valor de la seguridad que da lo previsible, es mayor que cuando las rutinas se repiten y se echa de menos lo nuevo y lo inesperado.

No tiene el mismo valor un gramo de oro, o una naranja, o un lapicero, cuando se tienen miles de kilos o unidades, que cuando no se tiene ninguno.

No es lo mismo la compañía de una persona en un lugar rodeado de gente, que cuando llevas meses sin hablar con otro ser humano.

 

Todos los valores están influidos en su percepción y medición por situaciones personales y medioambientales.

El mismo objeto, idea o acción no tiene el mismo valor para dos sujetos diferentes. Y para el mismo sujeto los mismos objetos, ideas o acciones no tienen el mismo valor si variamos la situación medioambiental en la que se encuentra.

 

Ningún valor es universal.

 

Esta reflexión puede parecer un ejercicio de abstracción poco útil, pero tiene una gran importancia a la hora de intentar justificar una teoría de la sociedad, una teoría del intercambio, argumentar una posible, o no, teoría de la justicia, una teoría del derecho, o una teoría del dinero, con un aplicación más práctica en la vida de las personas.

Sin tener en cuenta la relatividad de los valores todas esas teorías estarán distorsionadas.

 

Además es necesario reflexionar un poco sobre lo que acabo de decir. Su aceptación implica muchas cosas. Entre otras dar un paso más en la superación de una visión religiosa de la vida, que dividía la realidad en buenos y malos, en valores buenos y valores malos. Si los valores son relativos entonces ya no existe tal división.



Un poco más. Si esta visión de los valores relativos es cierta, hay que revisar los cimientos del edificio de la civilización indoeuropea en su conjunto. Hay que revisar la aportación de Kant, hay que revisar la ilustración y los “valores” (entrecomillados) de la revolución francesa, en la base de la organización política de los estados modernos.

Ya no tiene sentido hablar de “libertad, igualdad, fraternidad”, como unos supuestos valores máximos que hay que perseguir, sino se trata de un problema de gestión de valores, donde todo es válido, la paz, la violencia, la igualdad, la diversidad, la fraternidad, el egoísmo, la libertad y la seguridad, la innovación y la conservación.



Es mucho más complejo pues no hay escala de valores sino gestión de los mismos, límites, situaciones donde se encuentra conveniente la preponderancia de unos u otros, y según para quien sea el sujeto.

También supone la superación de la lucha de clases. No hay valores que compitan entre sí, excluyéndose unos a los otros. Hay sujetos, hay situaciones y hay gestión donde unos y otros cooperan, encuentran su sitio, se necesitan y complementan. Pero no tratan de acabar con el contrario ni excluirlo.

 

La aceptación de esta visión relativista de los valores tiene que implicar cambios profundos en el pensamiento y la organización de nuestros sistemas sociales y de pensamiento analítico de la realidad.


 

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