sábado, 28 de noviembre de 2020

LA CRÍTICA SEGÚN ALGUNOS INTELECTUALES

 




LA CRÍTICA SEGÚN ALGUNOS INTELECTUALES

 

Algunos filósofos, intelectuales, personas que se dedican a pensar afirman que ejercen una crítica útil a la sociedad.

Se consideran “activistas” del cambio e incluso empujan a los jóvenes a lo que llaman la “lucha por transformar la sociedad”.

 

Lo que ellos entienden por crítica es muy diferente a mi forma de entenderla.

Para mi criticar algo es razonar porqué algo no va a funcionar como se espera, o que en su funcionamiento tendrá efectos no previstos.

Por ejemplo critico el diseño de un motor de combustión porque creo que va a consumir demasiada gasolina, o va a expulsar demasiados gases, o que se va a calentar en exceso, o que su rendimiento va a ser bajo.

Se trata de una crítica al diseño y a su funcionamiento. Se trata de mecánica. Y se pude aplicar a las teorías o a los mapas organizativos de un sistema, no solo a los sistemas mecánicos sino también a los humanos, por ejemplo, a cómo va a funcionar una organización y las consecuencias posibles psicológicas y de otro tipo que van a influir en su eficacia y en el desempeño de los individuos que la forman.

 

Para algunos filósofos en cambio, criticar es decir que algo no les gusta, que eso no debería ser así. Sin mayor profundidad. No les gusta la violencia, no les gustan las  jerarquías, no les gusta el llamado cambio climático. Simplemente no les gustan y criticar para ellos es decir que eso debe ser cambiado. Así de simple, así de simplón.

Y piensan, además, que así empujan a la sociedad a dirigirse hacia ahí, que ellos son los capitanes que dirigen el sentido de la nave.

Cómo se hace eso que ellos desean es labor de otros, no les interesa demasiado, así como tampoco si es posible o si la organización actual tiene algún sentido en la supervivencia del grupo. Todo eso queda fuera de sus competencias. Para eso están los técnicos.

 

Personalmente yo me ocupo de construir, -como explicarlo-, bicicletas, que permitan ir de un lugar a otro, desplazarse, viajar. Me preocupan las ruedas, que no exploten ni se deformen, si es mejor una cadena o una correa, el funcionamiento seguro de la dirección, el tamaño del manillar y su influencia en la seguridad de manejo. Y soy muy crítico con el diseño. Busco el diseño óptimo que siempre está reñido con la perfección. Y cuando tengo una bicicleta que funciona, entonces le pregunto a un intelectual de estos ¿dónde vamos? A Valencia o a Murcia, y vemos si necesitamos algo de una de las dos ciudades, o deseamos un viaje agradable o buscamos el sol o ciertas cosas deseables de un lugar u otro. Pero primero necesitamos una bicicleta que funcione. No simplemente “pensamos” el objetivo y alguien ya dirá cómo se puede conseguir.

 

Y lo peor no es eso, para mí. Lo peor es que pretenden educar en su idealismo a los jóvenes. Les pretenden educar que resolver los problemas es hacer lo que ellos hacen: pensar, desear, criticar a su estilo. Luchar por sus derechos lo llaman también. Ser activistas, pero a su manera. Salir a la calle a protestar.

 

Yo lo llamo a eso queja, queja inmadura e idealista. Y no creo que sea la mejor manera de educar a los jóvenes.

Para mi educar a los jóvenes es introducirlos en los problemas reales de la sociedad, y enfrentarlos a ellos en busca de soluciones prácticas.

Educar es conocer la realidad y desde ella, como no puede ser desde ningún otro lugar, y menos la cabeza o los ideales o los deseos, desde ella buscar soluciones, cooperar, compartir responsabilidades, construir, hacer, crecer, buscar soluciones.

https://youtu.be/xZ8i6VLFnGQ




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