LA
CRÍTICA SEGÚN ALGUNOS INTELECTUALES
Algunos filósofos,
intelectuales, personas que se dedican a pensar afirman que ejercen una crítica
útil a la sociedad.
Se consideran “activistas”
del cambio e incluso empujan a los jóvenes a lo que llaman la “lucha por
transformar la sociedad”.
Lo que ellos entienden por
crítica es muy diferente a mi forma de entenderla.
Para mi criticar algo es
razonar porqué algo no va a funcionar como se espera, o que en su
funcionamiento tendrá efectos no previstos.
Por ejemplo critico el
diseño de un motor de combustión porque creo que va a consumir demasiada
gasolina, o va a expulsar demasiados gases, o que se va a calentar en exceso, o
que su rendimiento va a ser bajo.
Se trata de una crítica al
diseño y a su funcionamiento. Se trata de mecánica. Y se pude aplicar a las
teorías o a los mapas organizativos de un sistema, no solo a los sistemas
mecánicos sino también a los humanos, por ejemplo, a cómo va a funcionar una
organización y las consecuencias posibles psicológicas y de otro tipo que van a
influir en su eficacia y en el desempeño de los individuos que la forman.
Para algunos filósofos en
cambio, criticar es decir que algo no les gusta, que eso no debería ser así.
Sin mayor profundidad. No les gusta la violencia, no les gustan las jerarquías, no les gusta el llamado cambio
climático. Simplemente no les gustan y criticar para ellos es decir que eso
debe ser cambiado. Así de simple, así de simplón.
Y piensan, además, que así
empujan a la sociedad a dirigirse hacia ahí, que ellos son los capitanes que dirigen
el sentido de la nave.
Cómo se hace eso que ellos
desean es labor de otros, no les interesa demasiado, así como tampoco si es posible
o si la organización actual tiene algún sentido en la supervivencia del grupo.
Todo eso queda fuera de sus competencias. Para eso están los técnicos.
Personalmente yo me ocupo de
construir, -como explicarlo-, bicicletas, que permitan ir de un lugar a otro,
desplazarse, viajar. Me preocupan las ruedas, que no exploten ni se deformen,
si es mejor una cadena o una correa, el funcionamiento seguro de la dirección,
el tamaño del manillar y su influencia en la seguridad de manejo. Y soy muy
crítico con el diseño. Busco el diseño óptimo que siempre está reñido con la
perfección. Y cuando tengo una bicicleta que funciona, entonces le pregunto a
un intelectual de estos ¿dónde vamos? A Valencia o a Murcia, y vemos si
necesitamos algo de una de las dos ciudades, o deseamos un viaje agradable o
buscamos el sol o ciertas cosas deseables de un lugar u otro. Pero primero
necesitamos una bicicleta que funcione. No simplemente “pensamos” el objetivo y
alguien ya dirá cómo se puede conseguir.
Y lo peor no es eso, para
mí. Lo peor es que pretenden educar en su idealismo a los jóvenes. Les
pretenden educar que resolver los problemas es hacer lo que ellos hacen:
pensar, desear, criticar a su estilo. Luchar por sus derechos lo llaman
también. Ser activistas, pero a su manera. Salir a la calle a protestar.
Yo lo llamo a eso queja,
queja inmadura e idealista. Y no creo que sea la mejor manera de educar a los
jóvenes.
Para mi educar a los jóvenes
es introducirlos en los problemas reales de la sociedad, y enfrentarlos a ellos
en busca de soluciones prácticas.
Educar es conocer la
realidad y desde ella, como no puede ser desde ningún otro lugar, y menos la
cabeza o los ideales o los deseos, desde ella buscar soluciones, cooperar,
compartir responsabilidades, construir, hacer, crecer, buscar soluciones.
https://youtu.be/xZ8i6VLFnGQ
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