miércoles, 25 de noviembre de 2020

NO HAY DERECHO

 





NO HAY DERECHO

 

Siempre que nos quejamos nos quejamos de algo a alguien.

Necesitamos a alguien a quién quejarnos de algo.

 

No existe derecho sin un Estado con unas instituciones que de algún modo, esto es, mediante alguna mecánica de gobierno, tomen decisiones que tienen que ver con nosotros o nos influyan.

Y entonces decimos eso de: “no hay derecho.”

 

Y pensamos que la manera de conseguir lo que queremos es lo que llaman algunos “la lucha por nuestros derechos”. Algo que parece consistir en salir a la calle a protestar, gritar mucho, –supongo que para ser oído por alguien, alguien de los que dijimos antes tiene poder de decisión–, molestar a alguien para que nos tome en cuenta.

 

En eso parece consistir la “lucha por los derechos”.

 

En realidad eso más bien parece un grupo de niños o adolescentes que todavía no ha madurado en la estructura de la familia o la tribu.

 

Y también parece una familia organizada en torno a unos padres y abuelos, que no saben cómo introducir a los niños en la sociedad a la que pertenecen, y pretenden mantenerlos como infantes todo el tiempo.

 

Algunos ilustrados o iluminados quisieron salir de esa situación mediante la llamada “democracia”. Si, una simple toma de decisiones mediante votación mayoritaria, de modo que los niños y adolescentes pudieran participar en la gobernación de la familia.

 

Es un primer paso necesario para incluir a todos en la estructura de toma de decisiones de la sociedad, pero no es suficiente.

¿Os imagináis que en una familia formada por una madre, un padre y tres niños de 4, 5, y 8 años se sometiera a votación democrática el menú familiar de la semana?

Quizá el lunes desayunarían chuches, se almorzaría espaguetis, la merienda un bollicao, y la cena otra sesión de chuches. El martes seguiríamos con las chuches, de almuerzo pizza, y en algún momento una hamburguesa con kétchup pero sin mostaza.  

 

Además de democracia, en la sociedad es necesario que acumulemos conocimientos y experiencia que nos alumbre, no solo ilumine, sobre las consecuencias de lo que hacemos. La cultura también sirve para eso, y la ciencia.

 

Entonces tenemos que reconocer que no todo se trata de democracia, de elegir simplemente según nuestros deseos y sentimientos, también tenemos que tener en cuenta la sabiduría de los mayores, de los técnicos, de los que algo saben de las cosas, y comunicarnos entre unos y otros.

 

Cuando se piden mayores pensiones, o mayores sueldos, o más vacaciones, hay que saber cómo poder hacer esas cosas, sin desestabilizar a las empresas, a las familias, a la sociedad al completo.

 

La única manera que se me ocurre a mí para llevar a cabo todas estas cosas es incluir lo antes posible a los niños y a los adolescentes en el funcionamiento de las cosas, pero sobre todo en los problemas que nos encontramos para mantener nuestra sociedad. Ellos deben saber que para sobrevivir es necesario solucionar problemas, resolver cuestiones, saber, investigar, esforzarse mucho.

 

Si los apartamos de todo eso, entonces se convertirán en eso: en ciudadanos que lo mejor que saben hacer es salir a la calle a protestar para pedir sus derechos.

Y creo que tienen razón.


https://youtu.be/FUA6-jRdIHk


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