sábado, 28 de noviembre de 2020

LA SOLUCIÓN AL DESEMPLEO

 


LA SOLUCIÓN AL DESEMPLEO

 

Desempleo de recursos, que se trata de eso.

¿Cómo es posible que vivamos en una sociedad donde tengamos infinitas necesidades y deseos y al mismo tiempo haya personas que no puedan trabajar, queriendo hacerlo, para satisfacer esas necesidades y deseos?

 

No estamos en un mundo de pobreza y escasez sino de abundancia, pero muy deficiente uso de los recursos y la riqueza. Repartimos mal la riqueza pero mucho peor los recursos productivos, pues los malgastamos.

Cuando tenemos a una quinta parte de la población que desea trabajar pero no puede, significa que una quinta parte aproximadamente de nuestros recursos, de nuestra riqueza, la estamos tirando a la basura cada año de manera irrecuperable. Aquellos recursos que este año no hemos usado, ya no nos valen más, los hemos desaprovechado. Es un despilfarro absoluto.

Haciendo un cálculo un poco simplificado, teniendo en cuenta un PIB, producto interior bruto, lo que somos capaces de producir en un año, de aproximadamente un millón de euros, resulta que si pusiéramos a producir a los recursos humanos que desean trabajar tendríamos 200.000 millones de euros de riqueza más para gastar en nuestras necesidades. Es riqueza que cada año tiramos literalmente a la basura, de manera irrecuperable.

No somos pobres, somos torpes.

 

La sociedad se estructura en base al intercambio de bienes y servicios entre las personas. Pero cuando alguien no puede vender la fuerza de su trabajo, que quiere decir que no encuentra a la persona que necesita un servicio que él podría satisfacer, estamos en un problema de gestión.

 

Cuando la sociedad se ha hecho compleja, por el número de individuos que la forman y el espacio físico que los separa, que hace difícil la comunicación y el conocimiento que permite el rápido intercambio, se necesita de organismos de ayuda a la gestión y al intercambio de bienes y servicios, sin sustituir a la iniciativa empresarial individual que busca crearlos y ponerlos en el mercado.

 

Ayudar no es sustituir. La iniciativa individual no puede ser sustituida por la gestión de ningún organismo centralizado, este solo puede ejercer de complemento. Un complemento que está al servicio de la iniciativa empresarial, no al revés.

 

El estado debería comprar la fuerza de trabajo de aquellos que desean trabajar pero no encuentran trabajo en el mercado de intercambio libre, y usar ese trabajo para satisfacer necesidades de las personas que forman la sociedad y que no pueden hacerlo por sí mismas solas.

 

Lo debe hacer de manera que no desincentive la propia iniciativa empresarial. Tiene que ser mucho más interesante para los individuos producir algo por iniciativa propia y encontrar a alguien que los compre, que dar su trabajo al estado y que este ejerza de intermediario.

El estado tiene que pagar peor. Debe ser un último recurso, un recurso de emergencia. El estado no debe competir con la iniciativa privada, pues podría destruirla, y eso podría acabar con la sociedad al completo. O cuanto menos con la libertad, la libertad de elección de lo que yo necesito y deseo.  

 

Vivimos en un mundo de recursos limitados pero no pequeños, y de necesidades y deseos muy grandes. Siempre habrá trabajo para aquel que desee hacer algo, pues nuestros deseos son infinitos y también nuestras necesidades.

 

El problema no es de pobreza o de que falte trabajo. Es un problema de gestión económica.

 

De reparto, pero no solo de reparto de la riqueza sino de reparto de la producción, y de reparto y gestión de la iniciativa de producción.

En definitiva y una vez más, si queremos derechos los tenemos que gestionar, y la manera de satisfacerlos es a través las obligaciones.

Para poder dar hay que primero tener algo para dar, y para tener algo lo tenemos que producir primero.

 

Sin deberes no hay derechos y los deberes vienen primero.




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