Hay muchas personas que se quejan de que hay que hacer cambios políticos importantes en la sociedad en la que vivimos. La queja es el primer paso, pero no podemos quedarnos ahí. Con eso no arreglamos nada, y si además pensamos que simplemente con quejarnos ya solucionamos algo creo que estamos muy equivocados.
Si parte importante del
problema es la corrupción y la incapacidad de los políticos actuales, la queja
quiere decir que pedimos a los corruptos que cambien para dejar de ser
delincuentes y se comporten como buenas personas y hagan lo que sería necesario
para cambiar. Ellos no lo pueden hacer. O sería como decirles a los que no
saben cómo hacer cambios que aprendieran cuando llevan años sin saber hacerlo
mejor. No se le puede exigir a alguien que manifiestamente no sabe a que
aprenda algo de repente.
Si nos quejamos tenemos que
buscar alternativas válidas, cambios concretos.
Además no creo que la
búsqueda de soluciones nuevas sea labor de una sola persona, es más, creo que
debemos involucrarnos en los cambios TODOS LOS CIUDADANOS. Es nuestro deber.
Por eso me he decidido a
poner un ejemplo, a ser uno más, a participar. He escrito una propuesta de
Constitución Española, para demostrar que cualquier ciudadano lo puede hacer,
que tenemos que hacerlo entre todos, que es posible.
Invito a todos los
ciudadanos de España a hacer lo mismo. Escriban una propuesta de Constitución
para España. O modifiquen un artículo, o un capítulo, o un Título. Pero participen.
Yo lo he hecho de esta manera: me he puesto la Constitución del 78 al lado y he
ido respetando la estructura que tiene y proponiendo cambios. Invito a las
personas que quieran a hacer algo parecido. Tomen la Constitución del 78 y
reescríbanla proponiendo cambios, más o menos ambiciosos. Incluso pueden tomar
la Constitución del 78, tomar la mía del 10 de diciembre de 2020 y ponerse a
redactar una propia y compartirla con los amigos, los conocidos, con todo el
mundo, para tratar de entre todos modificar o crear una nueva constitución para
España. Ese formato nos permite discutir punto por punto y hacer un trabajo
coordinado y de grupo. O si quiere haga una constitución totalmente nueva, de
arriba abajo.
Mi propuesta de reforma de
la constitución española se basa en una serie de cambios que voy a tratar de
resumir y explicar ahora.
En primer lugar elimina
algunos conceptos lógicos imposibles, como son los que una constitución pueda “garantizar”
entre comillas, nada. No se puede garantizar casi nada, y menos por ley, en una
constitución. No se puede garantizar la vida de las personas, por ejemplo, pues
existe la muerte y el riesgo de morir y por mucho que pongas que por una
constitución se quiere garantizar la vida la vida no se puede garantizar. Se
puede, de una manera mucho más realista, cuidar la vida, fomentarla, pero nunca
garantizarla. Lo mismo se puede decir con el honor, o la vivienda o el trabajo
o el bienestar o la salud o la riqueza. Nada de eso se puede garantizar. Se
puede facilitar, promover, cuidar, pero nunca garantizar. Y cuando eso se pone
en una ley de leyes como es una constitución se confunde y se engaña a los
ciudadanos y eso no está bien.
También matizo mucho en la
reforma de la constitución que el Estado no tiene como función hacer felices a
los ciudadanos, ni buscar la justicia, todo lo más en tratar jurídicamente a
todos los individuos, pues la justicia es algo relativo a como se tratan en sus
relaciones unos a otros y eso es imposible que lo lleve a cabo un Estado. Cuando
las personas intercambian bienes o cuidados o amor, y esperan del otro que les
de lo mismo y sean justos, es algo que compete a la relación entre ellos dos, a
como perciben lo que dan y reciben, y eso no lo puede cambiar el Estado para
hacer justicia universal. El papel del Estado respecto a lo justo es
simplemente tratar a todos los ciudadanos de una manera jurídicamente igual
pero no puede hacer justicia para todos. Y lo mismo o parecido ocurre con la
felicidad o la salud. Son cosas que exceden el papel realista de lo que puede
hacer el Estado y es bueno que se deje bien claro para no engañar a los
ciudadanos.
En mi propuesta de constitución
creo que se deja bien claro de qué se trata cuando hablamos de ser un país o un
Estado. Un estado son simplemente un grupo de ciudadanos, que crean unas normas
comunes de relación entre ellos, sin que esas normas estrangulen la libertad,
quiero decir, que las reglas sean las menos posibles y de esa manera se
potencie la libertad individual, y se dotan de unas instituciones para crear
normas y tomar decisiones en grupo y todo ello en un territorio determinado que
en cierta manera dominan y gestionan, en sus recursos y en sus relaciones con
otros estados o países. Eso es un estado. No una idea religiosa o idealista o
ideológica de un mundo abstracto perfecto. Eso no existe. No existe el reino de
Dios, ni de los sabios, ni la democracia perfecta. Nada de eso existe. Existen
estados concretos, con ciudadanos concretos, en lugares concretos, que crean
instituciones y normas concretas y se relacionan entre sí. Desde la
imperfección.
Es algo parecido a la vida.
No existe la vida perfecta. Existen eso sí, seres vivos concretos, con
organizaciones concretas, imperfectas, que se relacionan entre sí de diversas
maneras. Pero buscar el ser vivo perfecto es tan loco como buscar el sistema
político perfecto y pensar que es real.
Me atrevo a enfrentar temas
muy polémicos como son los nacionalismos o los intentos de secesión. Creo que
en un Estado existen las cosas de interés común de todos los ciudadanos y los
intereses de cada persona, pero debemos evitar en lo posible las oligarquías
que tratan de adueñarse de pedacitos de lo que es de todos y de esa manera
beneficiarse en grupos pequeños. Oligarquías son los nacionalistas, las grandes
corporaciones, los grupos que pretenden apropiarse de lo que es de todos.
España es de todos los españoles, y cualquier cosa y parte de España compete e
interesa a todos. La historia está muy bien, pero el Estado actual es el
desarrollo de todo lo que pasó, y podía haber sido de otra manera, sí, pero la
actual es la que tenemos y no podemos pretender cambiar el pasado sino
reorganizar el presente de una manera más inteligente. Las comunidades
autónomas las resuelvo como unidades de gestión administrativa, nada más. Y la
competencia de educación la pongo entre las competencias exclusivas del Estado.
Y posiblemente sea el comienzo del fin del problema de los nacionalismos y los
secesionismos.
Mi constitución toma la del
78 y la modifica en muchos puntos. Es una forma de trabajar. Tomar algo que ya
existe e introducir modificaciones. Me atrevo con problemas que a priori
parecen complicados, como optar por una monarquía o una república, y yo creo
que soluciono de una manera elegante y fácil. También aclarando que es un
debate muy poco importante, pues en todo momento contemplo que se puede optar
por una fórmula, rey o presidente del estado, sin que afecte para nada a la
constitución o al funcionamiento del país.
No se trata de ningún
trabajo creativo. No creo nada nuevo. Aunque no he utilizado el corta y pega
sino que he escrito palabra por palabra de mi texto, no hay ni una sola idea
original o nueva que yo haya aportado. Es una simple combinación de elementos
que simplemente he ordenado de otra manera. No tengo ningún mérito de
originalidad, sino simplemente y en todo caso, si es que tengo algún mérito, es
el de reordenar un puzle, y de esa manera hacerlo más operativo.
Mi intención en realidad es animar a las personas, a los ciudadanos, a todos ellos, a participar en el debate de crear una constitución. A participar en política. No puede estar en manos de los considerados sabios, los juristas, los universitarios, los políticos de carrera, los intelectuales. Es nuestro deber como ciudadanos participar en la gobernación de los que es nuestro. Y esa es la intención de haber escrito esta propuesta de constitución y de haber grabado este vídeo.
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